domingo, 13 de octubre de 2013

El árbol familiar: sanar heridas, reconocer herencias,...una tarea de 4º ESO


La primera tarea que hacen mis alumnos de Religión de 4º ESO es dibujar su árbol genealógico o familiar. 

El objetivo de esta actividad es que los chicos tomen conciencia de la necesidad de conocer el pasado para comprender el presente. Hay que saber que el programa de la asignatura en este curso está centrado, precisamente, en el tema de la historia de la Iglesia.

Más allá de los objetivos didácticos, la experiencia con esta tarea ha sido muy rica, gracias a ella he ido reflexionando sobre la importancia de la familia en la vida de las personas.

En relación a esto, quiero destacar 5 elementos que han surgido en clase cuando los alumnos comparten lo que significa para ellos hacer el árbol familiar:

1. Conocer el pasado familiar nos ayuda a comprender a los mayores:

Darnos cuenta de la historia de nuestros padres y abuelos, de los acontecimientos que han vivido en primera persona 20 o 30 años atrás, nos ayuda a explicarnos el por qué son como son en el momento presente.

Considerar aspectos como los lugares dónde han vivido, los problemas que han enfrentado, los trabajos que han desempeñado, etc, nos hace ser más comprensivos a la hora de valorarlos y favorece nuestras relaciones con los miembros de nuestra familia.

La idea es que "viajemos" en el tiempo y nos pongamos en la piel de la generación anterior.

Como ejercicio les pregunto a los chicos, por ejemplo, sobre lo que estaban haciendo sus padres 20 años atrás,... dónde vivían, en qué trabajaban, qué ocurría en la sociedad, etc.

2. El sentido de pertenencia a una historia familiar:


El vínculo con el grupo primario, la familia, es fundamental para el desarrollo de la personalidad. Todos necesitamos sentirnos pertenecientes a una historia que nos sirva de referente, y que a su vez sea fuente de seguridad y afecto. 

Dibujar el árbol familiar puede ayudarnos a cultivar el sentido de pertenencia a nuestra familia.

En las últimas décadas el debilitamiento de los vínculos familiares ha generado en muchas personas un sentimiento doloroso de desarraigo y soledad. Pero no hemos venido a este mundo solos, al mirar el árbol nos damos cuenta que caminamos por la vida con otros y otras, especialmente con nuestros familiares

3. Necesidad de sanar heridas del árbol familiar: aceptación, oración y perdón:

Cuando miro el árbol familiar, la historia de las generaciones que lo componen, puedo darme cuenta de los momentos felices que se han vivido: nacimientos, graduaciones, bodas, etc. y también de los dolorosos: defunciones, penurias económicas, rupturas, incertidumbre, accidentes, ... 

Todo esto me lleva a un tema que hemos comentado en clase y que desborda los límites de este post: la necesidad de curar las heridas psicológicas del pasado familiar.

Lo veamos o no, el sufrimiento, la tristeza, la soledad de generaciones pasadas están ahí, necesitan ser curados para que no sigan generando dolor en el tiempo presente. 

¿Cómo?

Perdonar es el camino, aceptar nuestra realidad familiar es el camino. Pero la gran medicina es la oración, por ejemplo la oración de sanación interior tal y como se practica en los grupos de la renovación carismática.

Pidamos a Jesús que sane con su Espíritu Santo los efectos inter-generacionales de los traumas que se han vivido en nuestra familia. El Señor ha venido a liberar y a restaurar, a darnos vida abundante. Sus heridas nos han curado.

Sobre este tema sería interesante seguir profundizando más adelante.

4. Identificar las "herencias" que se transmiten de generación en generación: 


En toda familia hay ciertas ideas, sentimientos, creencias, valores que van pasando de generación en generación y que necesitamos valorar pues inciden en el tiempo presente.

Hay "herencias" positivas que recibimos de los mayores: el valor del trabajo, la honestidad, la responsabilidad, la fidelidad al compromiso, la constancia, la fortaleza frente a las dificultades, etc.

Y hay otras "herencias" que pueden hacernos daño o limitarnos: odios, prejuicios, rencores que se prolongan con los años, ideas negativas sobre el estudio, miedos, modelos machistas de autoridad, o una visión pesimista o desesperanzada de la vida.

5. La transmisión de la fe: De padres a hijos:

En la Biblia, particularmente en el Antiguo Testamento, la comunicación de la experiencia de la fe es un asunto familiar e inter-generacional. Los padres transmiten a los hijos las maravillas que Yahvé ha hecho en favor de su pueblo.

Escuchar el testimonio de los mayores sobre la salvación de Dios y transmitirlo a su vez a la siguiente generación está en el corazón mismo de la tradición israelita.

Cuando observamos lo sucedido en nuestras familias, sometidas al secularismo que ha imperado en España y en Europa en las últimas décadas, nos damos cuenta que esta comunicación de la fe se ha debilitado enormemente, por no decir que se ha interrumpido en muchos casos. 

Los cambios sociales han sido tan intensos, y han afectado de tal manera a la institución familiar, que como Iglesia necesitamos una experiencia renovada de comunicación de la fe a las nuevas generaciones, un tema central para la nueva evangelización.

"Cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: ¿qué son estos estatutos, estos preceptos y estas normas que Yahveh nuestro Dios os ha prescrito?, dirás a tu hijo: "Éramos esclavos de Faraón en Egipto, y Yahveh nos sacó de Egipto con mano fuerte,..." (Dt. 6, 20-21 y ss)



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