Un interesante experimento que demuestra la importancia vital que tiene dar las gracias, una actitud emocionalmente inteligente y que redunda en nuestra experiencia de bienestar y felicidad personal.
El vídeo me parece un buen recurso para compartir con los jóvenes en clase, pues muchos de ellos ya están contagiados del virus letal de la ingratitud y de la quejadera. Chicos que viven en una permanente insatisfacción con la realidad que les toca, pequeños tiranos que son incapaces de darse cuenta de todo el amor que les rodea: padres, amigos, profesores,... y que les parece "normal" que la gente se sacrifique por ellos.
Enseñemos a los alumnos a dar las gracias a tiempo por el amor y la atención que reciben. E insisto que sea a tiempo porque nada es permanente y las personas, y las circunstancias de la vida, cambian continuamente, por lo que no hay que dejarlo para más tarde.
Pero dar las gracias no es un asunto solamente de los jóvenes, también nosotros hemos de ser agradecidos con los demás. En esto hemos de ser coherentes, pues los chicos evalúan continuamente si nuestras palabras concuerdan con lo que realmente vivimos.
La Biblia nos enseña a vivir en una permanente acción de gracias, pues sabemos que en todas las cosas Dios interviene para nuestro mayor bien. Incluso el sufrimiento y los problemas que podemos afrontar no escapan del plan de amor y salvación que Dios tiene con nosotros.
Todos los cabellos de nuestras cabezas están contados.
Seamos, pues, agradecidos con todas las personas que nos rodean, y demos gracias a Dios en cualquier circunstancia de nuestra vida, para que experimentemos las maravillas del Señor y su gozo sobreabunde en nosotros aún en medio de las dificultades y de los avatares del camino. Amén.