Me asalta a veces un sentimiento muy agudo de precariedad. Veo
a través de la ventana de mis días la fragilidad inmensa de mi existencia en el
universo.
Mientras escribo un pájaro menudo picotea
entre los geranios de mi balcón. Lo veo y sonrió.
Nos pasamos la vida aferrados a nuestras
seguridades, ingenuamente nos figuramos que controlamos esto y aquello. Luego,
un día cualquiera, en un aparente azar del destino, aquello que era tan sólido,
tan seguro, se derrumba.
Vivir es un continuo desgarro.
Estamos arrojados a la existencia, expuestos a que nos pueda
ocurrir cualquier cosa. Cambia un gobierno, sobreviene una guerra, perdemos la
estabilidad económica, nos enfermamos, nos quedamos sin casa, sin trabajo, hoy
nos quieren, nos aplauden, mañana nos abominan, nos rechazan, nos ningunean,
nos dejan solos.
Mientras vivimos no hay seguridad.
El pajarito, sorprendido por mi mirada, se ha marchado disparado.
Su fugaz visita me hace caer en cuenta de la existencia de mis geranios. Vuelvo a sonreír y prosigo escribiendo.
Hasta aquí soy capaz de sentarme en la mesa de los
filósofos. Los mejores de entre ellos han tenido la lucidez de ver nuestro
desamparo, y algunos incluso han bajado hasta las profundidades, al centro
donde escuece la soledad, y han palpado el fondo abisal de nuestra
vulnerabilidad.
Mejor que los filósofos, los poetas.
Muchos se quedan ahí, atónitos, enmudecidos frente al
desfiladero por donde se van precipitando una tras otra las vanas ilusiones
humanas, nuestros espejismos.
Lo bonito de vivir en el capitalismo de ficción, lo digo no sin ironía, es que procura sedarnos y distraernos para que no
tengamos tiempo de pensar en asuntos tan gruesos. Así esta sociedad de vodevil,
donde los peores crímenes se convierten en parte del espectáculo, va engendrando hombres existencialmente frágiles que cuando sufren una desgracia se desmoronan.
No nos educan para la reciedumbre, la virtud de lo recio, de
mantener la entereza ante las adversidades.
Con la misma navaja afilada que percibo esta nuestra pobreza
radical, ontológica, que es lo verdaderamente nuestro; en la otra cara de la
moneda, entre tinieblas, abajo de la epidermis, confieso mi fe en la
providencia de Dios.
Sin menoscabo alguno de mi libertad.
Mis actos libres tienen un límite, es evidente que me
suceden cosas que no he escogido yo. Lo que sí está en mi mano es elegir la
respuesta que voy dando a las incidencias del camino. Es el peso de mi
presencia inexcusablemente libre en este mundo, de una existencia que asumo con
alegría y que me fue dada de manera inconsulta.
Esa libertad que me hace responsable, es, siendo sincero, un gran regalo pero también un peso enorme en el vivir. Pero no
renuncio a ella porque me juego mi dignidad.
A Marcelo no le sucede todo el mal que pudiera pasarle, en su vida acontece lo que Dios quiere o
permite.
La conciencia de mi fragilidad, el sentido de la
providencia, mi libertad, todo ello bien combinado está en el corazón del misterio
de mi propia humanidad. Me vienen a la
mente algunas páginas de ese angustiado tan vehemente, don Miguel
de Unamuno.
Quería hablar de esperanza, fíjate tú, quería hablar de
solidaridad, y he escrito lo que estaba en el subsuelo del corazón. Florece lo
que está sembrado. Como los geranios.
Confiamos totalmente nuestra vida a la misericordia de Dios.
Siendo un estudiante universitario leí la novela de Jack Kerouac, "En el camino", la historia de un joven de Nueva York
que emprende un viaje a través de Estados Unidos, transportándose casi siempre
a dedo, hasta alcanzar la ciudad de San Francisco ("Frisco" en el
argot juvenil del momento), el epicentro del movimiento hippie de los sesenta.
Entreverado con la historia, aparecen los amigos del protagonista, unos
personajes underground, inadaptados, que lo acompañan en su travesía, y que
comparten su búsqueda del sentido y del significado del camino.
Los temas se suceden en la novela con verdadero vértigo: el
amor libre, las drogas, el jazz, el budismo, la experiencia mística, Nietzsche,
Dios, la amistad, la libertad, el sentido y la experiencia de vivir. De fondo,
la metáfora del camino, que en sí mismo ya es parte del destino de cada
caminante.
"Ponerse en camino", traduce una actitud de
ruptura frente a las verdades cómodas, el espejismo de nuestras seguridades y
convencionalismos, nuestros viejos valores y creencias que, sinceramente,
aburren, y ni nos mueven ni nos ilusionan.
Hay una frase mágica que se repite en varios lugares del
relato, to be excited withthe life, "estar entusiasmado con
la vida", lo que significa estar "flipado" con la experiencia
alucinante de estar vivo y de respirar. Para mí, sin duda, el mejor testimonio
de Dios mismo, pues ¿qué mayor revelación de lo divino que sentirse vivo y
palpitando?
Jack Kerouac fue el autor emblemático de la llamada generation beat, la cual no es sólo un
modo de concebir la literatura, ligada al automatismo del lenguaje y a la escritura
como búsqueda espiritual. Los escritores “beat” representaron, además, la
experiencia de toda una generación que quiso rebelarse frente a las ataduras de
una sociedad de consumo, estereotipada, que idiotiza a sus nuevas generaciones con
sus mensajes/masajes que disfrazan sus injusticias e incoherencias.
Fue, básicamente, en los sesenta cuando los valores
tradicionales, entre ellos también los religiosos, se resquebrajaron. El
reclamo fue un modo de vida alternativo, en ruptura con lo establecido: el amor
libre, la experiencia con las drogas, el rock, la libertad frente a todo
autoritarismo, la vuelta a la naturaleza, la comuna, la búsqueda de lo
espiritual en las religiones orientales.
En medio de este reclamo por volver a la libertad primera
del hombre "natural", ¡qué anhelo tan acuciante por hallar un sentido,
por encontrar una raíz espiritual que centre la vida!
El movimiento juvenil de los hippies fue devorado, y
domesticado, por la voracidad del mercado capitalista, que convierte todo en
mercancía y fetiche de intercambio. Pasan las décadas, muchos de nuestros
jóvenes del siglo XXI, despolitizados, hipnotizados por la cultura instantánea
del ordenador y el móvil, atrapados en un hedonismo narcisista, entre los
libros de autoayuda y los reality shows,
dan la impresión de estar bien "adaptados" bajo el régimen de sus
mayores.
Cuando, por fin, bajan al planeta tierra, y dejan de soñar
en convertirse en "famosos" o en estrellas de fútbol, su anhelo más
humilde es llegar a conseguir un empleo que les permita vivir, o sobrevivir, decentemente.
De rebeldía, la mayoría, nada de nada.
En mis estudios de teología, un "saber" sobre Dios
en "diálogo" con los hombres, tuve como interlocutor a Jack Kerouac y
su historia. De hecho, en mi trabajo final sobre el tema de la revelación,
inserté un párrafo de la novela donde se habla de la certeza de Dios, por la
contemplación del misterio mismo de la existencia, aunque su demostración
racional nos resulte a algunos oscura o problemática.
Yo, que también vivo On
the road, estoy encontrando el sentido de mi viaje existencial en el profeta
Jesús de Nazaret, en quien he ido descubriendo al Hijo del Dios vivo, aquel que
buscaban sin saberlo los colgados de la novela.
El Dios de Jesús, un Padre bueno que ama la vida y que nos
convoca a “desinstalarnos”, a ponernos en camino hacia el San Francisco del
cielo, viviendo, a trancas y barrancas, el santo Evangelio e intentando
practicar, en lo prosaico de cada día, el mandamiento nuevo del amor fraterno.
Y es que, por distintas sendas, todos caminamos a San
Francisco, con flores en nuestra cabeza.
Hoy, fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, quiero compartir esta hermosa oración de consagración a María que fue encontrada en una Biblia y que llegó a mis manos hace unos 20 años cuando vivía en Venezuela. Aunque el lenguaje es tradicional, la anima ese impulso del Espíritu Santo que mueve los corazones a consagrarse a la Madre de Dios para mejor amar y servir a Jesucristo.
Pidamos a ese mismo Espíritu Santo, que cubrió con su sombra a la Virgen Asunta al cielo, que unja nuestros corazones y nuestros labios con el fuego del Amor, y que las palabras de esta oración acrecienten nuestro deseo de seguir a Jesús en la escuela de su Santísima Madre.
PACTO DE AMOR CON MARÍA
Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre de la
Iglesia, en este día quiero renovar mi consagración total a tu maternal corazón.
Yo, n., me entrego por completo a ti y te tomo como mi especialísima Señora y Abogada,
a fin de vivir más plenamente mi compromiso bautismal, bajo el único Señorío de
Jesucristo, el Hijo de Dios.
A través de este pacto de amor te pido que se renueve en mí
el deseo de convertirme a Jesús y a su Evangelio, de arrepentirme sinceramente
de mis pecados y de vivir unido a ti en perfecta obediencia a Cristo, el Señor.
Te entrego, ¡oh María!, mi corazón, mi cuerpo, mis ojos, mis
oídos, mi lengua, mis manos y mis pies; te consagro mis facultades: mi
libertad, mi entendimiento, mi memoria y mi voluntad; ofrezco a tu servicio mi
tiempo y los talentos naturales que el Señor me ha regalado; te confío mis
familiares, mi trabajo y profesión, las cosas materiales que poseo, mi situación
económica.
Dispón de mí, Madre bondadosa, como verdadera Reina y Señora.
Pongo también a tus pies los pecados que he cometido a lo
largo de mi vida, mis debilidades, miserias y vicios, para que tú se los presentes a Jesús, y Él me
conceda la alegría inefable de su perdón y su misericordia.
Te consagro mi vocación en la Iglesia, te imploro que me
ayudes a cumplir la misión que se me ha encomendado aquí en la tierra, ayúdame
a ser un colaborador en la construcción del Reino de Dios, alcánzame el don de
perseverar hasta la muerte en el seguimiento de Jesucristo, el Maestro amado.
Ofrezco en tu honor todas las acciones buenas que pueda
realizar en esta vida, enséñame a orar con perseverancia, hazme dócil al Espíritu Santo, que yo me deje guiar y transformar por Él.
Reina de los Apóstoles, haz que yo sea, donde quiera que
vaya, un verdadero testigo de Jesús Resucitado
Ampárame con tu manto de todos los peligros de alma y
cuerpo. Líbrame de las mentiras y sugestiones del demonio y haz que te invoque
en la hora de la tentación. Concédeme el don de amar a Jesucristo con todo mi
corazón, con todas mis fuerzas, con toda mi mente y con toda mi alma. Aviva mi fe
en Él y alienta mi esperanza en su misericordia.
María, medianera de todas las gracias, por esta
consagración, derrama sobre tu servidor el don de la humildad y de la pureza
para que la obra de misericordia que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
realizan en mi vida, redunde en gloria y alabanza de la Santísima Trinidad.
Finalmente, te consagro desde ya el momento de mi muerte,
que tu amparo maternal me asista en ese
instante y me lleves de la mano ante Jesús, el Señor, para amarle y alabarle
junto contigo por toda la eternidad. Amén.
¡Virgen María,… aquí tienes a tu servidor!
Avemaría
¡Virgen María,… aquí tienes a tu servidor!
Avemaría
¡Virgen María,… aquí tienes a tu servidor!
Avemaría
San José, ruega por nosotros
San Juan Evangelista, ruega por nosotros
San Luis María Griñon de Monfort, ruega por nosotros
He pasado un buen rato buscando pinturas sobre la Asunción de la Virgen María. El tema fue muy representado, descubro, en el barroco, con su profusión de ángeles con tirabuzones y los giros del manto de Nuestra Señora, y sus pliegues, y sus rizos. Son escenas, francamente, recargadas, que parecen moverse en sentido circular.
Un buen ejemplo de lo que digo es este cuadro de Pedro Pablo Rubens, pintado en 1620 y que se encuentra en el Museo del Hermitage de San Petersburgo:
Cada vez que pienso en el barroco me acuerdo de Baviera, Alemania. Hay que ir allí para entender realmente qué significa este estilo artístico. De hecho, el misterio de "Mariae Himmelfahrt", la Asunción de María, aparece con frecuencia en las pinturas de muchas iglesias bávaras.
Por ejemplo, la iglesia de Hohenfurch, un bello pueblo situado a 1 hora de Múnich y que, si les pilla de camino, les recomiendo visitar:
Buscando y buscando, uno de los más hermosos que he encontrado es el pintado por El Greco en 1577 y que se encuentra, mira por dónde, en el Instituto de Arte de Chicago:
"
Los motivos del cuadro del Cretense los veremos repetidos en muchos de los que se han pintado en los últimos quinientos años: la tumba vacía, los cielos abiertos, los hombres que miran hacia arriba asombrados, la presencia de ángeles que acompañan a Nuestra Señora en su subida, la luz divina que irrumpe.
Estos elementos constituyen una verdadera tradición pictórica sobre el tema de la Asunción.
En la representación de la Santísima Virgen está de fondo la figura del signum magnum del Apocalipsis: "Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza,..." (Apoc. 12, 1)
Detrás de estas imágenes hay un trasfondo teológico muy interesante: la Asunción de María es una fiesta de claro sabor pascual, resuena en ella la alegre noticia del domingo de Resurrección: ¡El sepulcro está vacío!
María asunta al cielo ha sido revestida del cuerpo glorioso de Cristo Resucitado. Y toda la Iglesia se mira en este espejo, ve en ella su destino definitivo.
En síntesis, la Asunción de María nos ayuda a comprender el misterio de la Resurrección del Señor.
En otras tradiciones, y en el oriente cristiano, esta fiesta es conocida como la "Dormición" o el "Tránsito de Nuestra Señora". En estas representaciones aparece casi siempre la Virgen acostada rodeada de los apóstoles. Una de las más conocida es la de Andrea Mantegna, pintada hacia el año 1462 y que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid:
En los iconos tradicionales de la ortodoxia junto a la figura yacente de María aparece Jesucristo en el centro, dándonos así la clave teológica de este misterio: la Asunción de Nuestra Señora acontece en Cristo y por Cristo Resucitado
En el arte contemporáneo la representación del misterio de la Asunción se ha simplificado notablemente, en las pocas obras que he encontrado el escenario lo ocupa por completo Nuestra Señora. La mirada es interior, se intenta penetrar en el secreto del corazón de la Virgen que es transformada por la experiencia inefable del cielo. Un buen ejemplo de lo que digo es esta hermosa pintura del estadounidense Tim Langendefer:
Dejo hasta aquí esta búsqueda, meramente aproximativa, de la representación pictórica del misterio que estamos a punto de celebrar: la Asunción de Nuestra Señora. Comprender cabalmente estas obras de arte requiere, me parece, penetrar en su significado teológico y espiritual, un significado que apenas me he atrevido a esbozar aquí.
Ir revisando con los alumnos los misterios de la fe cristiana a través de la pintura de todos los tiempos es un excelente recurso didáctico para la clase de Religión.
Si alguno conoce otra pintura representativa de la Asunción que se me haya pasado, le invito a dar su aporte a través de los comentarios. Un saludo y que María nos colme a todos de sus bendiciones.
El pasado domingo me tropecé en El País con un artículo de
opinión de Juan Goytisolo, escritor, flamantemente titulado:“Fe y razón”.
Lo leí enseguida pues el tema me interesa sobremanera, me
figuraba una fina disquisición sobre un debate que ha marcado todo el
pensamiento occidental, desde los presocráticos hasta Heidegger, pasando por la
ilustración y toda la filosofía del siglo XIX.
¡Vaya desilusión! Lo que me encontré fue una diatriba panfletaria
en contra de la fe de los cristianos, plagada de prejuicios e inexactitudes, un
artículo dirigido claramente a ridiculizar a los creyentes, tratados aquí como
si fueran borregos que repiten y repiten verdades sin entenderlas.
No voy a señalar punto por punto los dislates que he
encontrado en el escrito, sencillamente estoy cansado de ésta mi vocación
tardía de apologeta, yo quisiera hacerme
el desentendido,… si yo iba para poeta y para hippy,… Pero esta vez voy a
responder, algo quedará de lo que diga.
Comienzo comentando que el estudio del origen del universo
es un problema científico y a la vez un tema religioso. La ciencia, con los métodos
que le son propios, indaga las causas y los procesos que han dado lugar al
surgimiento de la materia y de la vida, a su posterior desarrollo y a sus
transformaciones. Aquí la fe no tiene nada que decir, estamos en el campo de
las explicaciones científicas, fundadas en las evidencias y en los hechos.
Paralelamente, que no en contra, la religión, a la luz de la
razón y de sus propias tradiciones que llamamos revelación, reflexiona sobre el
principio y el para qué último de todo lo que existe, indaga si la existencia
del universo tiene algún sentido y significado.
En este tema hay muchos interrogantes abiertos.
La teoría científica del bing bang postula que hubo una
explosión primera como origen de todo. Pero esto no responde a todas las
preguntas porque para que ocurra un evento de esta naturaleza tiene que existir
previamente un “algo” capaz de explotar. Además, si todo ha sucedido
azarosamente, ¿cómo se explican el orden y la regularidad que predominan en el
universo?
Podemos renunciar, si les parece, a estas preguntas, o
darlas por incontestables. Pero es propio del ser humano inquirir sobre el
significado de lo que existe e ir más allá. La pregunta por el sentido está en
el corazón mismo del hecho religioso.
De todas maneras da la impresión de que el señor Goytisolo no
sabe diferenciar una explicación científica, sujeta a lo que los hechos
demuestran, de una explicación religiosa, que reflexiona sobre el sentido o significado
de lo que acontece. Yo ni siquiera espero al bachillerato, se las explico a mis
alumnos de 1º ESO en el primer trimestre, y créanme, a pesar de mis
deficiencias como profe, la mayoría logra comprenderlo.
Queda aclarado que no se está introduciendo el creacionismo
en las aulas como una forma de combatir el evolucionismo, tal y como maliciosamente
afirma el escrito. El evolucionismo, como cualquier otra teoría científica, no
contradice la fe en un Dios creador, la Biblia no es un manual de ciencias, no
nos dice cómo fueron las cosas, sino que utilizando un lenguaje en ocasiones
mítico comunica verdades muy profundas vividas por el pueblo de Dios desde sus orígenes.
Es cierto que en el cristianismo de tradición protestante ha
habido una corriente muy fuerte que ha opuesto el creacionismo a la teoría de
la evolución, pero el pensamiento católico ha ido por otros derroteros. Decir
que es un “esfuerzo desesperado” por combatir la evolución es falso y no se
corresponde ni con los contenidos ni con la visión de la asignatura de
religión.
Otro asunto que me interesa abordar es acerca de lo
irracional que le resulta a Goytisolo creer en ciertas historias del Antiguo
Testamento que a él le parecen francamente míticas e infantiles: la existencia
de Adán y Eva, el diluvio con su arca, etc. Dejando aparte que la lectura fundamentalista
de los textos bíblicos no es propia de la teología católica, más allá de la
verificación histórica de estos eventos, lo que interesa aquí es la
hermenéutica, es decir, la interpretación que hacemos de unos relatos del
Antiguo Testamento que contienen verdades muy profundas acerca del ser humano,
y de la eterna lucha entre el bien y el mal.
Desconoce, o parece desconocer, Goytisolo, los avances en el
campo de los estudios bíblicos, una disciplina que se cursa en universidades del mundo
entero, y que comprende, entre otras cosas, el estudio de los modernos métodos
exegéticos, el análisis histórico-crítico de las formas, los géneros literarios,
la historia crítica del antiguo Israel, los estudios culturales, literarios, arqueológicos,
etc.
No me extraña que ciertos relatos de la Escritura le
parezcan infantiles, claro, él se figura que leemos la Biblia como los
cuáqueros protestantes que llegaron a América en el "Mayflower".
Cita luego la famosa frase de Tertuliano (160-220 d.C.): “Creo porque es absurdo”, y la aplica
indiscriminadamente a todos los creyentes, incluyendo, para mi asombro, a la
pobre Santa Teresa de Jesús, una mujer abanderada de las letras y con un fino
sentido de lo real y de lo humano.
Olvida el escritor, o no dice, que el pensamiento cristiano
no se desarrolló a lo largo de la historia con base a la postura de Tertuliano,
que la reflexión sobre las relaciones entre fe y razón han ido por caminos muy
distintos de la mano, por nombrar a dos grandes, de san Agustín y de santo
Tomás.
La teología católica siempre ha buscado comprender a la luz
de la razón la fe que profesamos. En esta búsqueda ha dialogado
siempre con la filosofía y con la cultura, ha utilizado incluso sus conceptos y
su lenguaje, y lo hace, precisamente, porque piensa que es posible razonar los
contenidos de la fe cristiana. Me viene ahora a la cabeza, por ejemplo, una magnifica encíclica
de Juan Pablo II: “Fides et Ratio”(1998), le vendría bien a don Goytisolo
leerla, le vendría bien, para que conozca lo que piensa la Iglesia sobre este
importante tema, y que lo de Tertuliano no ha tenido mucha resonancia a lo
largo de la historia.
Por último, un clásico, el artículo presenta a los
cristianos repitiendo de carrerilla un credo que no entienden, por puro amor al
misterio. No, mire, qué pena, entiendo que en su esquema necesita presentarnos
así como gente aborregada y pacata, pero eso no es cierto, entre los creyentes
habrá de todo, por supuesto, pero me consta que la Iglesia procura explicar a
los fieles los contenidos de la fe, y eso desde los tiempos apostólicos.
En mi caso personal, yo no los repito por repetir, me los he
pensado muy seriamente, y como yo, muchos, más de los que imagina.
Esa imagen de los cristianos como gente simple que cree lo
que está mandado, y que no reflexiona sobre su fe, no se corresponde con la
realidad actual, es una caricatura muy al gusto de cierta crítica que se
difundió con la ilustración.
He escrito esto por los amigos creyentes que visitan este
blog, y no tanto por el autor del artículo que vivirá en el feliz reino de las
monadas leibnizianas. Estos intelectuales tienen su parnaso particular, una
especie de Olimpo desde el cual miran desdeñosamente al resto de los mortales,
rodeados de su corifeo de aduladores y entusiastas.
Seamos respetuosos, yo lo soy, con los no creyentes, pero
respondamos con la verdad a estos ataques contra la fe, máxime cuando
descubrimos que lo que afirman son disparates dichos con toda malicia para
ridiculizarnos.
Estamos, forzosamente, y como tantas veces a lo largo de la
historia, en un tiempo recio para la fe. No tengamos miedo, pidamos discernimiento y sabiduría, y testimoniemos la verdad.
@elblogdemarcelo
Como este es un blog muy animado, aquí le dedico a Don Goytisolo una chirigota de Los Defensores de Luis: "Cada vez que digo que yo soy creyente"
Reírse con ganas viendo una película cómica, una de las terapias más divertidas, es un asunto claramente personal
No todos no reímos con las mismas películas. A mi, por ejemplo, no me hacen gracia las escenas de golpes o mamporros, ni las caídas destempladas, ni las persecuciones de coches, ni los perros que hablan con adolescentes, ni el lenguaje soez utilizado sin ton ni son, ni las humillaciones u ofensas por la cara, ni las asquerosidades que rayan a veces en lo bizarro, ni ciertas horteradas que se regodean, por ejemplo, en la vulgaridad de un personaje.
Sorprende, quizás lo digo porque juzgo desde mis propios gustos, que ciertas películas como las de Torrente y toda su saga, estén entre las más vistas del cine español: las 10 películas españolas más taquilleras O que algunas series televisivas, pienso en "Aída" o en "La que se avecina", que hacen gala de una gran chabacanería y procacidad, tengan tan altos índices de audiencia.
De este tema mejor no comentemos.
Recientemente estuve hablando con un amigo sobre las películas en las que más nos habíamos reído, pero reído de verdad, películas que fueron para nosotros una especie de "barra libre" de alegría y de risas explosivas. Fruto de esa conversación es este pequeño ranking que he elaborado de las 10 películas más cómicas que he visto en mi vida, la mayoría de las cuales, por no decir todas, son del género clásico que es mi debilidad.
Ver películas cómicas nos viene bien a todos, y aunque estemos puntualmente preocupados o deprimidos, seguro que al reírnos nos vamos a sentir mucho mejor, más aliviados. Conviene, además, verlas con otras personas, pues ya se sabe que este fenómeno de la risa es un virus de lo más contagioso y por más serios que estemos, al escuchar reír a los otros, vamos a terminar uniéndonos al combo.
A continuación el listado con mis 10 películas cómicas preferidas:
Que nadie me mal entienda, no suspiro por una vuelta al antiguo
régimen, sino que reivindico ciertas verdades que encuentro mancilladas en esta
era de los discursos y la libre circulación de las mercancías.
Son las mismas verdades que nos prometió muy oronda la
Revolución Francesa: Libertad, fraternidad, igualdad. Compadre, la única "libertad-fraternidad-igualdad" que yo conozco es la de la cesta de la compra.
En nuestras modernas sociedades liberales todo está
supeditado al sacro principio del máximo beneficio, la ganancia. Incluso la
dignidad humana. Y también el derecho a la vida, y la libertad de la conciencia,
y la libertad de expresión, y la libertad religiosa.
El último campo de batalla será la religión ¡Nos la tienen
jurada! Cuando la prohíban, lo tengo clarísimo, la deshumanización y el control
sobre lo que pensamos será completo. Pero yo, y unos cuantos, somos la
resistencia.
La fe cristiana es un reducto de libertad y conciencia en
medio de un mundo cada vez más controlado, en su pensamiento, por una élite
dominante.
Ser cristiano es ser de la disidencia.
No soy posmo, pero sufro la crisis de una razón que se me ha
vuelto sofisma. La única racionalidad que impera es la del mercado y los índices
de audiencia.
Una tragedia aparece en las pantallas de nuestro televisor:
el Mediterráneo encharcado de sangre de emigrantes, gentes desesperadas que
huyen de la guerra y los conflictos, que huyen del hambre y la miseria. Son los
mismos que suben como hormigas por el mapa de Francia y se arremolinan en el Eurotúnel
de Calais.
¿Quién es el guapo que los detiene?
Europa mía, primermundiana de mi corazón, ¿qué vas a hacer
con África que se infiltra por las rendijas porosas de tus fronteras? ¿Los vas
a matar a todos de una puta vez?
Ellos con sus barcazas cochambrosas te está venciendo a ti, tan
tecnológica y tan nice, su anti-estética pobreza de negro, negrito, con la
bemba coloraá, afea tu paisaje. Ni tus murallas, ni tus rejas con alambres
de púa, ni tus policías, ni tus leyes, ni tus escudos, ni tus escuadras, ni tus
flotas, parecen funcionar.
El desarrolladísimo David Cameron está atragantado, Hollande
envía más policías, y pide colaboración, por favor, colaboración; la Merkel,
divina de la muerte, mira para otro lado.
Tocará construir murallas más altas, verdaderas fortalezas
medievales, y eliminar el espacio Schengen ese. Y convertir a África, y a todos
los países pobres, en los campos de concentración del siglo XXI ¡Qué consuman
nuestros productos, pero que se queden encerraditos en sus chabolas!
Europa, Europa mía, me parece que esta batalla la tienes
perdida, mamita.
Entretanto, en Barcelona celebran un macro festival gay. Tíos
cachas prometen una juerga infinita. Se calculan unos 150 millones de euros de
ganancia. De paso, una marihuana artificial, sintetizada en China, vuelve loca
a la juventud.
No nos agobiemos, pues, ¡seamos felices bebiendo Coca-Cola! Además,
estamos de vacaciones, la gasolina es 3 euros más barata que el año pasado, y llueven
las ofertas de playita con pensión completa, y selfie incluido.
“Piensa positivo y lo lograrás. Todo está en tu mente”, dice
una viñeta del Facebook.
Somos unos cínicos. Bien decía el angustiado Dostoievski: ¡todos somos culpables!
Mi desencanto crece, y no se me cura ni con Nietzsche ni con
Voltaire. Nadie se extrañe, pues, si cada día me reafirmo más en m opción por
el Nazareno, el Dios del pan y del madero, el humanísimo Jesús. Alguien qué venga, caramba, y me convenza de lo contrario.
Por lo pronto, en este tinglado, a mi me ha tocado ser
profesor de Religión, hubiera preferido ser monje trapense, pero ya puestos me
toca fastidiar y dar la tabarra.
Durante el verano con frecuencia experimento cierto desorden en mis horas de sueño. Me despierto de madrugada, cierro los ojos, me levanto, me acuesto,.... y, luego, a media tarde, inopinadamente, estoy como zumbado, me quedo dormido por los rincones. En fin, así me va.
En esos ratos de vida noctambula, a veces, me da por pensar en la presencia de Dios.
Siempre, estemos conscientes de ello o no, estamos en la presencia de Dios. Tener delante de los ojos esta verdad es un acto de fe desnuda.
No sé si logro explicarme. Es una fe que no se apoya en lo que pueda sentir o experimentar, en lo que capto con mi inteligencia, en lo que imagino, Dios está presente, y no sé nada más.
Me sostiene, eso sí, lo que he vivido en mi historia, la experiencia de revelación/salvación que ha acontecido en mi vida. Esos momentos de gracia y misericordia en que he visto claramente en mi conciencia la verdad que supera toda verdad: Dios.
He experimentado, inmerecidamente, el amor gratuito que me ha creado y que es fuente de todo lo que existe. No sé puede pasar por el fuego, y luego decir que no te has quemado.
El asunto de Dios, aunque no es contrario a la razón, no se resuelve con conceptos y silogismos. Su forma de revelarse a los humanos es manifestando su salvación/amor en su historia, tanto a nivel personal como colectivo.
Siempre que Dios se revela a sí mismo, nos salva; y cuando nos salva, se revela.
Israel conoció a su Dios a través del acontecimiento histórico de la liberación de Egipto. No fue un consuelito para soportar las penas de la vida, como dice cierta crítica moderna, ni mucho menos, fue una experiencia tremenda de ruptura de las cadenas de la esclavitud, de conquista de la tierra y de su dignidad como un pueblo libre.
Del mismo modo, conocemos a Jesús Resucitado cuando su amor salvador se manifiesta en nuestra historia. El ciego, el leproso, Jairo, la viuda de Naím, ... el evangelio continuamente nos muestra lo que sucede en la vida de las personas que se encuentran con él, son sanadas y liberadas, y a través de la gracia que reciben, comienzan a reconocer la identidad del Mesías
Es imposible conocer a Jesucristo, y no sentirse salvado por él.
Luego vendrá la teología, los conceptos, las explicaciones, el diálogo con la razón y la cultura, pero lo primero es siempre la experiencia, el encuentro con Jesús que nos llama por nuestro nombre, y al llamarnos, nos salva/sana y nos libera.
Si has sido leproso, y te has curado, cada vez que veas tu piel sana, te acordarás de tu médico.
Necesitamos tener en la memoria las maravillas que Dios ha hecho en nuestra vida. Porque vienen momentos de oscuridad, momentos en que no encontramos asideros humanos que sostengan nuestra débil fe. Es entonces cuando recordamos lo que hemos vivido, cómo nos llamó el Señor, cómo nos manifestó su inmensa misericordia, la luz y el gozo que inundaron nuestros corazones.
A veces nuestras crisis de fe, son crisis de la memoria
De hecho la liturgia cristiana es un permanente recordar las maravilla Dei en la historia, y al recordarlas, al celebrarlas continuamente, las hace presente, las actualiza en la vida de los creyentes.
Más allá de nuestros esfuerzos humanos, la fe es siempre un don de Dios, una gracia que hemos de pedir con humildad en nuestra oración.
Saber que Dios está presente, que conoce nuestros corazones, que siempre nos mira con amor de Padre es un gran consuelo. Caminemos en su presencia en el país de la vida, y confiemos totalmente en su gran misericordia. Amén.
Para los venezolanos la llanura no es un
simple emplazamiento geográfico, es, sobre todo, un espacio espiritual, unlocus en el alma.
No en balde la canción que más nos
identifica, después del himno nacional, sea, precisamente, elAlma llanera.
Nuestros escritores y pensadores del siglo
XIX, terminada la contienda independentista, cuando quisieron indagar sobre las
raíces de nuestra idiosincrasia pusieron sus ojos en el llanero, y lo
convirtieron en el prototipo de la nacionalidad venezolana.
Rómulo Gallegos recibió en herencia esta
tradición e hizo de ella la metáfora de un país. EnDoña Bárbara,que viene a ser nuestro "Quijote",
se dibuja el enfrentamiento histórico entre la civilización y la barbarie;
entre la racionalidad moderna y la pulsión atávica, ancestral, primitiva, que
circula por nuestra sangre mestiza. El escenario no podía ser otro que la
llanura venezolana.
Gallegos escribe su obra en 1929, cuando
agonizaba, lentamente, la dictadura gomecista. Merced a los cambios políticos y
a la nueva riqueza petrolera se avizoraba un futuro de esperanza, de superación
de las viejas estructuras mentales, de nuestras desigualdades endémicas; el
triunfo, en definitiva, de la ley y la razón.
Hoy, casi un siglo más tarde, se siguen
enfrentando esas mismas fuerzas en el alma venezolana, exacerbadas hasta lo
indecible por el malevo discurso chavista: barbarie y civilización.
Cada pueblo tiene sus propios demonios que
conjurar.
Colombia comparte con nosotros la
geografía y las tradiciones del llano, sin embargo cuando viví en Bogotá me di
cuenta que en el vecino país, surcado por tres cordilleras, domina,
básicamente, la cultura andina.
¿Influye el paisaje en elcarácter nacionalde los pueblos? Definitivamente.
Ese horizonte sin límites de la llanura, esa sabana infinita, esa soledad
abierta, sin caminos, está impresa en la mirada del venezolano.
Viviendo en Canarias, encerrado entre
montañas y riscos, con el azul del mar siempre omnipresente, he sentido los
efectos psicológicos que tiene la geografía insular sobre el estado de ánimo,
sobre la noción del espacio y la distancia.
Los venezolanos caminamos por los espacios
públicos como si todo el territorio nos perteneciera, somos, por así decirlo,
expansivos. Es un modo característico que nos viene de nuestro imaginario, del
mapa que tenemos en nuestras cabecitas acerca del espacio que pisamos.
Los mapas, aunque sean sólo un dibujo,
tienen sus efectos en lapersonalidad
básicade los pueblos, en
cómo perciben el territorio que ocupan.
Descubro que, aunque lleve más de diez
años viviendo en Tenerife, lo llanero me habita de raíz.